Excursión Anaga

El Parque Rural de Anaga ocupa gran parte del macizo montañoso situado en el extremo nordeste de la Isla de Tenerife. Con una extensión de 14.419 hectáreas abarca una parte importante de la Isla de Tenerife y se ubica en parte de los municipios de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife y Tegueste. 
Se trata de un espacio abrupto con excepcionales valores naturales y culturales, que cuenta con paisajes de gran armonía y belleza, fruto de la coexistencia del ser humano y la naturaleza en un territorio agreste.
Hoy constituye una de las principales áreas de esparcimiento del área capitalina de Tenerife y es también un gran atractivo turístico, lo que ha de servir para ayudar a preservar su población y su cultura local y mejorar sus condiciones de vida.
Anaga ofrece un paisaje espectacular y una gran diversidad natural, resultado de la propia orografía, y por la existencia de diferentes ambientes, que van desde el más húmedo y lluvioso en las partes altas hasta aquellos de elevada insolación y escasa pluviometría.
Esta diversidad de ambientes favorece el asentamiento de una rica y diversa naturaleza, un abanico de comunidades que alberga numerosas especies animales y vegetales, con más de 120 endemismos locales, algunos de ellos muy escasos y amenazados.
Entre los hábitats naturales de Anaga se encuentran algunas de las mejores manifestaciones de los ecosistemas canarios. Destacan por su buen estado de conservación los bosques de laurisilva de sus cumbres, los sabinares como el de Afur o los cardonales tabaibales del extremo oriental del macizo.
Más de 2.000 personas viven actualmente en los 26 núcleos de población del parque. A pesar de la abrupta orografía y de las dificultades, se mantiene a través de ellas una forma singular de asentamiento humano en el territorio que aporta un valiosísimo legado cultural. 
En los primeros siglos, tras la conquista, florecieron pueblos como Taganana, con una economía de exportación de productos como la caña de azúcar y el vino. Posteriormente, las tierras de Anaga se dedicaron a productos de subsistencia y de abasto interior, una tarea ardua, que requirió el esfuerzo de construir y mantener los bancales en las abruptas laderas; de producir en condiciones de sequero y de tener luego que transportar los productos a través de las montañas para abastecer a La Laguna o a Santa Cruz.
Por sus condiciones naturales y por el esmero de sus gentes, Anaga guarda un tesoro de variedades locales de productos que son únicos, como las papas borrallas, variedades de batatas, de ñames, de viñas y de muchos frutales, así como también muchas prácticas ecoculturales que remarcan todavía más la singularidad ambiental y cultural de esta comarca tinerfeña.

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